domingo, 13 de abril de 2008

Cleto contra el caracol

¡Dominguito! Gracias Diosito por los dominguitos de hueva total –pensaba Cleto-, es hora de fumar un porrito, pisar la arenita en Venice Beach y al termino de la faena, tragar inmensas cantidades de Chicken Nuggets. Otro domingo mas para Cleto y su gran bigote. Eran dos personas, complices, porque quiero que sepan que el bigote de Cleto tenia vida propia, tenia una personalidad arrollante, era un bigote de 30 cm de largo, rebelde, en ocasiones filosofico, que le daba a Cleto una imagen de roquero miembro de ZZ top. Cleto era lo que muchos quisieran ser: libre como una libélula en las playas de Acapulco, con una vida al dia, sin ataduras, sin complejos (aun con su calva brillosa y grasosa se le veia siempre rodeado de buenas nalgas), con unos huaraches de hule que le regalo su madrina Doris, que lo transportaban entre sueños, piedras, realidades rojas-verdes-azules, y por las escabrosas calles de Los Angeles, California. Cleto era: “Lo odio y lo amo”. Cleto era: “Es un wey a toda madre”, “El cabron me chingo mis cigarros”, “Me enseño a surfear de noche bien prendido”. Cleto era un Dios venido a menos en el cielo de la sinceridad, de las cosas asi, asi como son, era la verdad, era el eslabón perdido entre el mediocre y el hombre exitoso felicidad a manos llenas. Ahora vamos al meollo del relato: el caracol. Ese pinche caracol que fue la perdicion de Cleto, ese caracol que le dijo que la vida no solo era lo que veia, sino lo que, con mecanismos babosos y resbalosos, sentia. Era un domingo comun y corriente, un domingo X, como dijera Luisa Fernanda Quiroz, la chica chic que vivia a lado de Cleto. “Un Domingo X”. Pinche vieja guanábana (wannabe). Ese domingo, 14 de marzo de los dos miles y tres. Caminando. Lentes Oakley agandallados de la casa de Martin, chanclas madrina Doris, short con palmeras en los costados, playera blanca cuello redondo a-rru-ga-di-si-ma, pulseritas hippies en la muñeca derecha, reloj Lorus mano sobrante, perjumenes “Hollister”. Danzando por las calles a tomar el autobús. Bien grifo. Pero bien. Estando en la parada sobre “Wilshire Blvd”, bajó la mirada un segundo y vio pasar una motocicleta a toda velocidad sobre la acera. Era una motocicleta con el tanque negro resplandeciente y con una carita feliz pintada a los lados. Lo demas estaba todo cromado. Era una moto tipo renegado. Pero lo mas sorprendente era el tamaño: era una motocicleta diminuta, mas pequeña que el mini celular samsung de Cleto. Era una chingaderita. Mas sorprendente aun era el conductor: un caracol con los bigotes mas largos y chidos que el propio Cleto. Fuck. Loco pero cierto. El caracol, a punto de ser pisado por el huarache de Cleto, se amarró y realizo una maniobra milagrosa en la que rechino llanta y esquivo el pisoton. Pasado el susto, tirado en el piso con unos cuantos golpes en la cabeza (el caracol no llevaba casco), el caracol se levanto como todo un machin, y con voz fuerte le reclamo a Cleto el intento de caracolcidio. Cleto, anonadado por lo ocurrido, y por lo que estaba ocurriendo, penso que si el caracol la habia librado, merecia vivir. Una lagrima se le escapo del ojo rerecho (rojo por la mota), pensando en que ese caracol pudo haber muerto por su reaccion diabolica de pisarlo. Penso en todos los caracoles que habia asesinado en su vida, penso en todas aquellas familias de caracoles que sufrieron por su culpa. Penso que jamas volveria a pisar un caracol. Fue un momento extraño de reflexion, motivado por la soledad que ha cargado en su vida y por el recuerdo de un hijo y una esposa que fallecieron en una explosion de una televisión. Asi como lo leen. La esposa de Cleto y su hijo de 3 años, murieron cuando el televisor exploto por ser sobrecargado con telenovelas baratas mas de 24 horas al dia. No leyeron la advertencia y la tele exploto. Matando instantáneamente a Norma y a Cleto jr, quien estaba dormidito en los brazos de su madre, que irresponsablemente veia la 4 teleserie al hilo. El caracol siguió reclamando, con furia, y Cleto se agachó. Lo recogio en sus manos mientras el caracol trataba de correr. Lo subio a la altura de sus ojos. Se miraron fijamente. Descubrieron que los dos tenian algo en comun: iban lentos. Lentos. Cleto se vio reflejado en ese caracol, quien temeroso imploraba que no lo fueran a matar y que no le quitaran su concha. Asi de inmediato, como un flash, surgio un vinculo amistoso entre la victima y el victimario, que se doblegaba ante un diminuto caracol. Se miraron por horas, por dias, por años, y después, tiempo después, sonrieron como si nada hubiera ocurrido, sonrieron como si se conocieran desde la infancia, como si Cleto fuera un caracol, como si el caracol sintiera en esa mano que lo sostenia, como si sintiera que era aceptado, querido, respetado. El caracol le solicito a Cleto que lo pusiera cerca de una de sus orejas. Cleto lo llevo a su oido izquierdo, el caracol, que nunca dijo su nombre, le dijo con la voz mas dura que pudiera existir: “No soy tu amigo, pero una cosa si te digo, lentos sólo los caracoles”. Cleto no entendia, no salia del estado de shock al recibir imágenes y recuerdos estaticos de toda su vida. El caracol aprovecho ese momento para escapar y brincar hacia los bigotes de Cleto, que fueron creciendo para servirle de escalera al caracol, quien iba rapido, mas rapido, mas rapido, maldición mas rapido, mas rapido. Cleto, se vió en tercera persona, se vio ahí parado, se vio derrotado, se vio morir. Cuando el caracol estaba por subirse a su motocicleta, el cuerpo inerte de Cleto cayó a 12 cuadros por segundo, y los dos murieron juntos. Aun se escuchan diversas versiones acerca de la muerte de Cleto, unos dicen que cometio suicidio bebiendo 20 botellitas de jarabe para la tos, otros dicen que murio de una sobredosis de decepciones, otros dicen que lo mataron en un ajuste de cuentas. Para mi, para mi Cleto murio porque mas lento no se podia ir.

No hay comentarios: